Tras 20 años de gobierno, el Partido Popular valenciano perdió la Generalitat en las elecciones municipales de 2015. La corrupción de aquellas décadas sigue sentada en muchos banquillos (y los que le quedan) pero, más allá de eso, su herencia destruye el tópico de que la derecha gestiona mejor. Su mala gestión dejó enterrada una ruina en diferido que, como las minas antipersonas, seguirá haciendo daño muchos años después.