Ahora que están todos ocupados haciendo interpretaciones sobre el resultado de las elecciones andaluzas no estaría de más hacer un análisis del panorama local y de cómo está afectado por las ambiciones políticas del aún alcalde de Calp.
- El ataque frontal al Consell desde el municipio de Calp o desde la «Dipu» han sido la marca personal de César Sánchez
- El discurso del miedo del aún Alcalde se ha apoyado en las amenazas de catalanización y el pago a redes de noticias falsas
- Se han obstaculizado inversiones del Consell para primar las subvenciones a dedo desde la Diputación que preside
Hace pocas semanas hemos visto que el gobierno local del PP y sus socios no ha dudado en dejar sobre la mesa los pagos para los transportes sanitarios, poniendo la continuidad del servicio en peligro, el trabajo de los sanitarios y, sobre todo, la salud de l@s calpin@s. Por otro lado, hoy, hemos visto que ese mismo equipo de gobierno, ha tenido votos suficientes para realizar una aprobación inicial del presupuesto para el año 2019.
Sin entrar a desgranar el presupuesto (lo dejaremos para más adelante), cabe señalar que tampoco encontramos incluida ninguna partida que pudiera poner solución al futuro problema del transporte sanitario. Tampoco grandes dotaciones en materia sanitaria ni educativa.
Esta ausencia de inversiones se explica en que claramente el equipo de gobierno no tiene intención de resolver ninguno de los problemas que ha ido creando. El único fin es buscar un rédito político personalista a través las descalificaciones que continuadamente lanza desde este municipio contra el Consell. El objetivo: situarse como azote del gobierno valenciano ante sus «amigos» de Madrid y posicionarse como vocero oficial en el nuevo discurso radical de la derecha.
Oposición de la oposición
Mientras las derechas españolas pugnan por ver quien es más execrable, somos testigos de como los servicios sanitarios o las inversiones educativas son secuestradas en nuestro municipio y tomadas como rehenes con el único fin de desacreditar el gobierno del botànic, solamente para ganar con ello notabilidad en el escenario nacional. A nivel local, ese «hacer oposición de la oposición», se convierte en una estrategia peligrosa. Más que nada, porque en condiciones de normalidad, se asume que el equipo de gobierno ha de poner soluciones sobre la mesa y no hallarse en una continúa búsqueda de culpables, cacerías e imputaciones ajenas de los males que ellos mismos han originado.
César Sánchez siempre ha utilizado Calp como trampolín para su carrera, ahora ha descubierto que sirve como arma arrojadiza ante el Consell. Lejos de procurar mejoras para este municipio, lo único que busca es el conflicto y la confrontación en un escenario artificial que pretende magnificar el postureo mediático para exaltar su imagen. Cabe la esperanza que los calpinos sean conscientes de esta realidad, comprendan que esta línea política es caduca y que estamos ante un mal evitable que por sanidad democrática debería ser apartado.
La peor herencia que nos deja es su nefasta concepción de política, basada en un clientelismo atroz (denunciado por los sindicatos del mismo Ayuntamiento), un autoritarismo sectario (que ya le ha llevado al juzgado en más de una ocasión) y la ausencia total de un proyecto para Calp más allá del paripé, los «amiguetes» y el urbanismo predador.