Nos hemos dado cuenta que los resultados electorales son como una superficie blanca sobre la que alguien vuelca café, y que justo sobre esa forma caprichosa e indefinida, los observadores proyectan sus mayores demonios o anhelos. Es por ello, que la interpretación puede llegar a ser veleidosa e interesada según de quién provenga. En política y en la vida, los resultados a veces son simplemente eso, resultados, lo que definirá el futuro, que es lo que realmente debiera importar a la masa social, es como se gestionan los mismos.
Más allá de la fiesta electoral, cabría analizar el historial previo, los sucesos extraordinarios acaecidos, los detalles significativos de la campaña electoral y el trascurso de la jornada del 28M. En Calp podemos observar que se han producido dos fenómenos claramente identificables.
El efecto Vagón de Cola, o “suscribir lo que diga la mayoría”.
La primera fuerza en Calp, desde hace años, el Partido Popular. Con un candidato que repartía entre los suyos la piel del oso antes de cazarlo, un discurso victorioso y un despliegue de medios seguramente muy por encima del límite legal estipulado para la población. La estrategia estaba clara, escenificaban que iban a ganar, y actuaban durante campaña como sí ya lo hubieran hecho, con la idea subyacente que la gente se subieran a ese caballo ganador que ostentosamente ponían en escena. La jornada electoral estuvo marcada de irregularidades, un ejercito de interventores con acceso al censo electoral, no para fiscalizar quien votaba sino a quien no lo hacía, hacer llamadas y movilizarlos a las urnas. La «fábrica», la red clientelar del PP en acción, a golpe de móvil y WhatsApp. Votantes arrastrados, que no acompañados, por apoderados. Y en el punto álgido del espectáculo, la expulsión del recinto de un histórico del PP, a la vez que componente de la lista, por mangonear a un votante. Prepotencia, presupuesto y poco respeto a las normas que los demás si cumplían. Al final, obtuvieron el mayor número de votos, pero tienen difícil el gobierno porque nadie desea coalicionar con quien se comporta con tan poco decoro.
El efecto underdog, identificarse con una parte agraviada injustamente.
La segunda fuerza, contra todo pronóstico, la protagoniza el fenómeno “somos Calpe”. Se ha observado claramente que el relato es fundamental, y que cuando más apela a lo emocional, mejor funciona. La conducta antidemocrática e injusta de la que fue víctima la aún alcaldesa ganaría la simpatía de la opinión pública. El conflicto político-personal se convierte en una suerte de “camino del héroe” para la nueva formación, al final del cual nadie era el mismo. El relato se propagaba y con ello la nueva marca, se expandía y ganaba adeptos que se identificaban con la causa. Despertaba empatía en cuanto el acoso mediático y personal por parte del Partido Popular era claramente asimétrico y desproporcional. Una campaña de confrontación, y visiblemente sucia, que dejaba en segundo plano los programas, discursos y protagonistas de los que no formaban parte de ella.
¿Perder para ganar?
El resto de fuerzas, pese a todo, se ha quedado igual que estaban. A excepción del PSOE, que denota una bajada de 800 electores, reduciendo la representación a la mitad. Es obvio, que necesariamente se enfrentará a un proceso de reflexión interna. De momento, por responsabilidad, y porque la política se debe enfocar en lo importante y no en lo accesorio, hay que valorar con cierta urgencia los pros y los contras de las diferentes opciones, y, ante todo, el panorama general. No se debe olvidar que se pierden importantes ciudades a nivel nacional, y que a nivel autonómico emerge la amenaza de las políticas extremistas de VOX. Y como colofón, una convocatoria electoral para el 23J.
En Calp, la maquinaría mediática del Partido Popular ya disemina un relato conforme a sus propios intereses, el gobierno en minoría, otra cosa es que la ciudadanía se lo compre. En la calle se puede escuchar claramente que los resultados en urnas y el sentir popular caminan por vías distintas. El partido ganador ha hallado la penitencia en el pecado, el suflé electoral fue lo suficientemente grande para ganar en votos, pero su sabor, sobradamente conocido, no convence. El resto de agrupaciones han pasado por las urnas como por un camino iniciático, no cabe la menor duda que ese viaje ha transformado la perspectiva vital de sus protagonistas. El futuro, tan vinculado al cambio, determinará sí lo que empezó como inteligencia ha desembocado en sabiduría. Hace 4 siglos, Baltasar Gracián ya señalaba que una larga felicidad siempre es sospechosa, que más segura es la intercalada, con algo de agridulce lucha para hacer mejor el disfrute.